Por Nelson Núñez. A comienzos del mes de Octubre, la empresa Metro de Santiago informó que había llegado a un acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para desarrollar un programa de cooperación técnica. Este programa tiene el objetivo de emitir bonos de carbono. Lo lamentable es que esta noticia fue publicada brevemente por los medios de comunicación, a pesar de poseer un trasfondo de suma importancia para la economía nacional.
¿Por qué la decisión de una empresa en particular puede ser considerada tan importante? La respuesta es evidente: Metro de Santiago se está haciendo cargo de manera efectiva de sus impactos ambientales y al mismo tiempo, está recogiendo las tendencias mundiales que apuntan a la trazabilidad de la huella de carbono y la eficiencia energética.
Los bonos de carbono son las Reducciones Certificadas de Emisiones de Gases Efecto Invernadero o CERs por su sigla en inglés (Certified Emission Reductions). El CER, que se genera en la etapa de ejecución del proyecto y se extiende una vez acreditada dicha reducción, es la unidad que corresponde a una tonelada métrica de dióxido de carbono equivalente. Son créditos que se transan en el Mercado del Carbono.
Esto significa que una empresa, como Metro de Santiago, que disminuye sus emisiones de CO2 de manera voluntaria, puede vender esta reducción a empresas de países desarrollados que estén obligadas a bajar sus emisiones generando beneficios económicos y ambientales, haciendo eficiente el uso de energía, reduciendo las emisiones y vendiendo este instrumento transable.
Una de las formas en que Metro hará efectivo este programa será a través de la implementación del CBTC (Communication Based Train Control). Este consiste en reemplazar el sistema de conducción de los trenes actuales por un sistema de pilotaje de trenes basado en las comunicaciones el que a la fecha no se encuentra implementado en ningún metro de Sudamérica.
La iniciativa mejorará la exactitud y fiabilidad con que se localizan los trenes, con lo cual se conocerá su posición exacta en todo momento. Esto permitirá evitar detenciones innecesarias y reducir la distancia entre trenes, mejorando la eficiencia energética a través de la disminución del consumo energético en cerca de 30 GWh/año, que corresponde a dejar de emitir 15.300 toneladas de CO2. Esto podría generar ingresos anuales por US$229.000.
Además de este gran avance, se contemplan una serie de proyectos complementarios que aumentan la eficiencia energética en las operaciones de la empresa de transporte, algunos de estos son:
Reutilización de energía generada durante el frenado de trenes: En los trenes se han incorporado sistemas que permiten regenerar energía durante el proceso de frenado. Con este sistema se logra un aporte energético del orden de 6% del consumo.
Operación Expresa: Durante 2007 se puso en ejecución el programa de Operación Expresa que consiste en que los trenes se detienen de manera alternada, estación por medio, en la mayor parte de los tramos de línea 4 y 5, disminuyendo el consumo energético asociado a tracción de trenes.
Implementación Iluminación Inteligente: Para las líneas 4 y 4A se adquirió un sistema de software y controladores lógicos programables, que permite controlar el encendido y apagado de la iluminación, así como graduar la luminosidad dependiendo de la luz ambiente.
Con estas iniciativas Metro ahorrará cerca de 35 GWh/año, lo que equivale al consumo energético de 19.400 hogares y disminuirán la emisión de gases de efecto invernadero en cerca de 17.000 ton CO2/año.
Existe una voluntad estratégica por parte de Metro de Santiago de tomar el liderazgo en materia de sustentabilidad, lo que podría generar un efecto multiplicador en el país. Más aún, siendo esta una sociedad anónima controlada por el Estado, impone un estándar a las demás empresas estatales que, en el mejor de los escenarios, tendrían que tomar en consideración de aquí en adelante.
Lo interesante es que los beneficios económicos de la Sustentabilidad estratégica se hacen patentes en este tipo de iniciativas y demuestran que con una buena política, orientada a fortalecer la gestión de los impactos (ambientales en este caso), se pueden obtener beneficios directos para la empresa y la sociedad. Asimismo, que la aplicación de políticas orientadas en este sentido, podría inducir a la necesaria preparación de las empresas y compañías para el momento en que la disminución de las emisiones y su huella de carbono sea un hecho en los mercados globales, convirtiéndose en un atributo de valor económico concreto.
Ahora bien, es de esperar que el ejemplo que nos ha dado Metro de Santiago al convertirse en el segundo tren subterráneo a nivel mundial en la emisión de Bonos de Carbono sea replicado por otras empresas (no solo del mismo rubro).
Así, las empresas que tomen la delantera podrán gozar de los beneficios asociados a este cambio y por su parte, aquellas que no lo hagan, se verán tarde o temprano forzadas por las exigencias internacionales a iniciar prácticas de reducción de emisiones, aspirando sólo al empate. Ya sabemos que cuando el objetivo es el empate, se termina perdiendo.
Metro de Santiago: Liderando el cambio ambiental.
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jueves, 22 de octubre de 2009
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