Por Nelson Núñez. El reciente paro de los funcionarios de la Dirección General de Aeronáutica Civil, evidencia el impacto que el sector turístico puede llegar a tener en el modelo de desarrollo del país. Una cosa son las demandas gremiales, otra es que se abre una ventana para reflexionar acerca de la oportunidad que tiene la industria turística: potenciarse y mejorar sus estándares de gestión, incorporar herramientas de sustentabilidad como factores críticos de éxito a la hora de diferenciarse en el concierto internacional y, por último, innovar y agregar valor al giro.
El turismo es uno de los sectores con más rápido crecimiento a nivel mundial y un sólido contribuyente al desarrollo sostenible, con más de 900 millones de turistas internacionales que viajaron el año pasado, la Organización Mundial del Turismo (OMT) prevé 1.600 millones de turistas para el año 2020. Estas cifras evidencian la necesidad de generar estímulos por parte de la industria para garantizar que Chile sea considerado un destino con atributos diferenciados. Es aquí donde el concepto de Turismo Sustentable juega un rol clave.
Para la actividad turística, la sustentabilidad implica la generación de sinergias, la creación de valor y la modificación delas dinámicas de crecimiento que están generando desequilibrios económicos, sociales, culturales y ambientales. Esta definición, en términos operativos, resulta en una interacción balanceada de tres factores básicos:
- El uso apropiado de los recursos naturales y culturales.
- El mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades locales, a través de su involucramiento en los proyectos turísticos mediante la incorporación a la masa laboral.
- El éxito económico, que pueda contribuir a otros programas de desarrollo nacional. Son claros los ejemplos en numerosos países donde el turismo se convierte en una gran industria que aporta gran cantidad de divisas. Esto no sólo aplica a los países más conocidos como España, Italia o Estados Unidos, sino a realidades turísticas similares a la chilena como es el caso de Nueva Zelandia o Costa Rica.
No debemos dejar de considerar que la demanda turística ha cambiado. Cada día son más evidentes las exigencias, que buscan un turismo más activo, más participativo con respecto a los intereses ambientales y socioculturales; con servicios de alta calidad donde se privilegie la conservación y protección del medio natural, el aprendizaje y preservación de culturas locales.
Esta nueva corriente, no sólo ha incidido sobre quienes consumen sino también sobre quienes invierten que están seleccionando con mucho cuidado las empresas o proyectos turísticos en las cuales invertir su dinero, procurando asegurarse que ellas correspondan ecológica, y socialmente con los intereses del desarrollo sustentable. Si a esto agregamos que el turismo es una industria determinada por la demanda, entendemos por qué estos cambios están llegando a tener una repercusión trascendental sobre la oferta de turismo a nivel global.
El fomento de turismo sustentable además genera atracción de personas consumidoras asociadas a mercados de mayor desarrollo, lo que fomenta una especialización del mercado, aumentando la calidad de las gentes profesionales y por ende de los retornos de la actividad. Adicionalmente el uso correcto de los recursos trae consigo políticas de ecoeficiencia que reducen de manera importante los costos.
Como toda industria, la turística debe responder a esta nueva demanda pero la claves está en que la sustentabilidad turística está lejos de ser sólo un concepto idealista o una mera respuesta mecánica, sino que debe ser entendida como una condición indispensable para competir con éxito ahora y de manera sustentable de largo plazo.
Ahora bien, no sólo la demanda ha cambiado, los tiempos y la difusión de estos requerimientos “innovadores” obligan a los diferentes estamentos involucrados en el Desarrollo de la industria (Sernatur, Asociaciones Gremiales, Cámaras sectoriales, Entidades Educacionales, etc.) a estar preparados, ofreciendo las herramientas necesarias para entregar un producto innovador, rentable y de calidad que contribuya decididamente al desarrollo del país.